La era de hierro


Prócoro Hernández Oropeza
Holanda y Suecia son dos países que aportan grandes lecciones en cuanto al delito se refiere. A falta de delitos, pero sobre todo a la aplicación de políticas para prevenir y evitar el delito, además de la legalización de algunos tipos de drogas, les ha permitido cerrar cárceles, algo insólito para la humanidad en el planeta. Insólito o increíble porque las cárceles en nuestro país y en el resto del mundo son insuficientes y además nunca jamás son centros de regeneración delincuencial.
Al contrario se han convertido en verdaderas escuelas del delito. Muchos delincuentes son los que controlan las cárceles y desde ahí operan impunemente. En esta ciudad, como en otras se sabe de la práctica de extorsión mediante llamadas celulares. El factor sorpresa es su principal arma. El afectado recibe una llamada en donde un tipo, con voz amenazante, le pide a la víctima que salga de su casa y se dirija hacia un punto, puede ser un hotel, una escuela, un parque. De no hacerlo le dicen que han secuestrado a uno de sus familiares y por tanto debe seguir a pie puntillas las instrucciones. Antes le piden que apague su celular y compre uno en alguna tienda, les pase el nuevo número y por ese medio le estarán enviando las instrucciones.
Paralelamente, mediante informadores, los extorsionadores obtienen los números celulares de los familiares y se ponen en contacto con ellos, informándoles que han secuestrado a su familiar, padre, madre o hermano y empiezan las negociaciones. La otra persona, la que fue obligada a salir de su casa ni enterada está de qué ella es la supuesta secuestrada. En realidad nunca tuvo contacto físico con los extorsionadores y la recluyen en un sitio donde puedan mantenerla en supuesto cautiverio”. A esto la policía le llama un “secuestro virtual”. Lo que deducen los investigadores policiales de este tipo de extorsión es que las llamadas telefónicas provienen de alguna de las cárceles, principalmente del norte.
Se sabe que algunos capos del narcotráfico siguen operando sus negocios desde las cárceles, a pesar de estar en prisiones de alta seguridad. No hay duda que la corrupción, la aplicación incorrecta de la ley, además de la ausencia de una política de prevención del delito, así como la falta de oportunidades para que los jóvenes encuentren opciones de trabajo y realización personal son los causantes de más delitos, más violencia, más inseguridad.
Vivimos, dicen los orientales, en el Kali yuga, la edad de hierro, la edad sombría. Los Rishis (videntes) de la sabiduría Ario-Védica acertaron sobre los inicios y fines de ciclos de la vida, sobre Muerte y Resurrección, sobre esta edad sombría. Según la teoría de los ciclos que regulan la evolución del mundo, nos aproximamos hoy en día al final del Kali Yuga, la edad de los conflictos, de las guerras, de los genocidios, de las malversaciones, de los sistemas filosóficos y sociales aberrantes, del desarrollo maléfico del saber que cae en manos irresponsables. Las razas, las castas se mezclan. Todo tiende a nivelarse y el nivelamiento, en todos los ámbitos, es el preludio de la muerte. Al final del Kali Yuga este proceso se acelera. El fenómeno de aceleración es uno de los signos de la catástrofe que se aproxima.
En esta edad, tal como la estamos viviendo, decían los Rishis, los más bajos instintos son los que estimulan a los hombres. Ellos eligen preferentemente ideas falsas. No dudan en perseguir a los sabios. El deseo les atormenta. La negligencia, la enfermedad, el hambre, el miedo se extienden. Habrá graves sequías. Las diferentes regiones de los países se opondrán unas a las otras. Se matará a los fetos en el vientre de su madre y se asesinará a los héroes. Los Shudra (obreros) pretenderán comportarse como Brahmanes (sabios) y los sacerdotes como obreros. Los ladrones llegarán a reyes, los reyes serán ladrones. Muchas serán las mujeres que tendrán relaciones con varios hombres.
¿Cómo enfrentar esta edad de sombras? Es una buena pregunta. Los maestros de todas las sabidurías lo han dicho. “hombre, conócete a ti mismo y conocerás al universo y a los dioses. La búsqueda del conocimiento y la sabiduría y por tanto la felicidad, no está afuera, está dentro de ti. Dios nos ha señalado el camino a través de sus mensajeros, ni duda cabe.

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