Estoy cantando

Prócoro Hernández Oropeza
Cantar es una forma de expresar los sentimientos del alma. Pero como hemos visto, en el alma se albergan dos sentidos opuestos de esos sentimientos. Podemos cantarle al amor, a la vida, a la alegría o bien expresar esa parte oscura de nuestra alma, de nuestra vida, al sufrimiento.
A través de la música, del canto, podemos glorificar o ensalzar la cotidianeidad humana o destruirla, estropearla, hacerla más vil y sufrida. Cierto, todo tipo de música, con sus acordes, ritmos y estructura nos mueve y conmueve, nos despierta emociones y sentimientos, alegrías o pesares. Por lo visto, la música que cantamos o escuchamos es la manifestación de nuestro estado interior.
¿Cuál es ese estado interior? indudablemente es la cantidad de amor o de luz que poseo en mi interior, o su contrario, sufrimiento, miedos, resentimientos, ira, orgullo, celos, envidia, sombras. Dime que escuchas y te diré quién eres. Todos hemos, aunque no tengamos la voz educada o templada para cantar, lo hacemos motivados por ese estado interior. Si estoy irritado, enojado con alguien porque me abandonó, o me engañó, es posible que me identifique con esa música y esos músicos que le cantan a esos estados emotivos. Si mi interior está equilibrado, en armonía, con luz y paz interior, buscaré aquellas melodías que se sintonicen con ese estado interior.
En otros apartados he mencionado que a grandes rasgos podemos hablar de dos tipos de música y de músicos; música que se conecta con nuestra divinidad interior, con los ritmos de la vida, del universo, con la música de las estrellas y aquella música que expresa estados inferiores o identificados con el sufrimientos, dolor, miedo, resentimiento, lujuria o con nuestros agregados psicológicos. En el primer tipo de música se ubica la música clásica, la música con mantras o de carácter meditativo o espiritual; esa música que expresa esos estados de la emoción superior, conectados con nuestra grandeza interior.
En la segunda, todos aquellos géneros que dan rienda suelta al resentimiento, odio, celos, miedo, lujuria, tristeza. En tanto la primera nos conecta con nuestra divinidad, nuestra esencia y eleva nuestra energía, la otra sólo nos roba energía, aunque aparentemente nos motiva y nos alienta, cuando es todo lo contrario. Por ejemplo alguien que fue abandonado por su mujer, por ejemplo y se identifica con una canción que expresa ese tipo de traiciones, es como si a una herida le estuviera exprimiendo un limón. Al contrario le alimenta más ese rencor, ese orgullo mancillado.
Sabiendo esto, intenta buscar esa música que te ayude a liberarte y ser más feliz, a relajarte y a disminuir el estrés. Recuerda que a través del canto o de la música se revela una parte de lo que eres y tus gustos. En los niños el cantar les ayuda a ser más felices, desarrollar la inteligencia, la creatividad, despierta su imaginación y su sensibilidad artística. Les ayuda a aumentar su capacidad de concentración y reforzar la memoria.
Otra forma de cantar es escribiendo una poesía. Y como yo no sé cantar ni tocar un instrumento, sólo escribir, te dejo este poema, de mi autoría.

Estoy cantando
Estoy cantando en el filo de la madrugada
Cuando los gallos sueñan que vuelan como águilas
Estoy cantando y mi canto es un río que se pierde
en las cañadas de tu cuerpo
Estoy cantando la canción que nunca
escucharás porque está escrita con versos de agua
Estoy cantando frente a la montaña donde un hombre
Está a punto de suicidarse y una paloma lo salva
Estoy cantando junto al mar; ahí una dama
Vierte sus lágrimas en una piedra sin alma
Estoy cantando, el mundo calla
y descubro que el silencio es más hermoso que mi canto.



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