La desprogramación psicológica

Prócoro Hernández Oropeza

La forma en que estamos programados psicológicamente no varía mucho de la programación de las computadoras, aparatos eléctricos, vehículos, e incluso robots. De la misma forma, nosotros poseemos toda una serie de programas acerca de cómo debe de ser el mundo, cómo debemos ser nosotros, los demás y qué debemos anhelar o desear. Esa programación se ha generado desde pequeños en nuestro hogar, la escuela, la familia, el trabajo, los hábitos. Han sido nuestros padres, la sociedad, cultura, religión y experiencias pasadas las que han introducido a nuestro “ordenador” las normas de funcionamiento, nuestros deseos, exigencias, necesidades, valores, gustos y actitudes.
Debido a toda esta programación vivimos esclavos de nuestros deseos e ilusiones. Pensamos que jamás podremos salir de esta prisión y siempre seremos esclavos de esa programación. Y lo somos porque no nos damos cuenta que esa programación no nos aporta felicidad, ningún crecimiento espiritual, tampoco nos llevará a la trascendencia del Ser, a su liberación.
Cuando nos enfrentamos a circunstancias poco agradables o tragedias cotidianas nos identificamos con ellas y nos arrastran hacia los dramas que se generan alrededor de ellas. Sufrimos por la pérdida de un ser querido, por la quiebra de nuestro negocio, la separación de pareja, la pérdida de empleo. Detrás de estos dramas vienen los miedos, ira, coraje, envidia, orgullo; puro sufrimiento. ¿Quién sufre? Como no sabemos distinguir que quien se siente defraudado, ofendido o víctima es el ego, no nuestra verdadera identidad, nuestra real naturaleza, sufrimos. Si lo supiéramos no nos identificaríamos con esos eventos, sólo los observaríamos desde nuestro centro o desde el Ser, y aprenderíamos a resolverlos con creatividad, en amor o con el corazón.
Un antiguo cuento hindú nos ilustra ideas acerca de este estado mediatizado, titulado;
¿AVISARÍAS A LOS PERSONAJES DE TU SUEÑO?

El discípulo se reunió con su mentor espiritual para indagar algunos aspectos de la Liberación y de aquellos que la alcanzan. Departieron durante horas. Por último, el discípulo le preguntó al maestro:
--¿Cómo es posible que un ser humano liberado pueda permanecer tan sereno a pesar de las terribles tragedias que padece la humanidad?
El mentor tomó entre las suyas las manos del perplejo discípulo, y le explicó:
--Tú estás durmiendo. Supóntelo.
Sueñas que vas en un barco con otros muchos pasajeros. De repente, el barco encalla y comienza a hundirse. Angustiado, te despiertas. Y la pregunta que yo te hago es: ¿Acaso te duermes rápidamente de nuevo para avisar a los personajes de tu sueño?

*El Maestro dice: El ser liberado es como una flor que no deja de exhalar su aroma y, suceda lo que suceda, no se marchita.
Esto significa que cuando nos liberamos de nuestras programaciones psicológicas, de nuestros hábitos, nada nos puede medrar. Podremos estar en medio de la peor tormenta sin que nada nos asuste o nos preocupe. Lo peor que nos puede pasar es morir. Si estamos listos, sin miedo a nada, nos preparamos para enfrentar ese proceso de la muerte, sabiendo que en realidad no morimos. Muere nuestro cuerpo, no el espíritu.
El místico o el sabio continuamente están desprogramándose para que se manifieste su luz interior. Es necesario vaciarse para ser llenos. Es muy importante observar lo que nos perturba para entender lo que anda mal en nosotros. Al descubrir esto, veremos cómo cambia nuestra escala de valores.
La desprogramación no llega como por arte de magia. Es un proceso voluntario consciente y personal En alguna ocasión insultaron al Buda y él se inmutó y dijo que no podía afectarlo. Explicó que si alguien te traía un regalo y tú no lo aceptabas ¿de quién era el regalo? De la persona que lo trajo; pues si no quieres enfadarte, no aceptes el insulto ni el regalo. Un ser liberado ha eliminado toda la basura mental que lo limitaba, se ha desprogramado.

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