El sendero del conocimiento, la gnósis

Prócoro Hernández Oropeza
Toda teoría es gris, y sólo es verde el árbol de dorados frutos que es la vida. Goethe.
En una entrega anterior hablamos de Jnana Yoga, la cuarta senda del yoga o de la realización espiritual, y se dice que es el camino más difícil, que los otros tres: karma yoga, Bhakti yoga y Raja yoga. Lo es porque implica buscar el conocimiento para entender nuestra naturaleza espiritual, nuestro propósito de vida, nuestra verdadera identidad.
En este camino existen tantas teorías como caminos para llegar a Roma. Con la llegada del internet nos topamos con muchas sendas teóricas, filosofías que nos hablan del camino espiritual, pero no todos son verdaderos o en todo caso transitan por múltiples rodeos, por diversos laberintos antes de llevarnos a casa. Muchas escuelas o religiones son rosas y peligrosas; son como un rosal, cuya serpiente se enrosca debajo de la flor.
El verdadero jnana o conocimiento supremo, o también conocido como gnosis, proviene de miles de centurias atrás. Gnosis significa iluminación, salvación o “Conocimiento Salvador”. Es el conocimiento iluminador que revela al hombre su origen, dice el maestro Samael Aun Weor, pero también le da la comprensión de su condición actual y su destino. Se dice que la gnosis nació con el hombre mismo y sigue con él en cada paso que da, pero como está dormido, con una consciencia aletargada no lo sabe.
Desafortunadamente esta gnosis no se enseña en las escuelas públicas ni en la privadas. Sólo se accede a ellas cuando el discípulo busca y anhela encontrar respuestas sobre su vida, su razón de ser y su destino. Y sólo llega a ese nivel porque después de analizar y comprender todas las enseñanzas, luego de un proceso de discriminación y negación, desecha el intelecto. Sólo la experiencia de lo real se mantiene, esta es la auto realización del ser. Es un ser que ya no tiene dudas, no se siente separado de Dios, porque los velos de la ignorancia han desaparecido.
Gnosis significa conocimiento, sabiduría. Es el conocimiento de una sabiduría trascendental y transformativa que enseña a la humanidad a ver, oír y palpar todas las cosas que hasta el momento se señalaban como grandes misterios y enigmas. Ese conocimiento también se encuentra en nuestro interior y sólo lo descubriremos cuando dejamos de usar el intelecto y nos conectamos con la sabiduría interna de nuestro real Ser.
En mi camino de búsqueda incursioné por diversas sendas espirituales, atraído por libros y autores que me dieran una guía, una luz. Algo en m i interior me incitaba a buscar respuestas a preguntas torales acerca de mi propósito de vida. Poco a poco se fueron esclareciendo, primero en cursos de desarrollo humano, luego de carácter más espiritual. Antes de ello, me resistía a involucrarme en estos caminos. Pero algo me jalaba. Recuerdo cuando un querido amigo me llevó el libro “Muchas vidas, Muchos Sabios “de Brian Weiss. Entonces era un incrédulo. Con desgano lo empecé a leer y conforme lo leía me fue abriendo los ojos. Sobre todo me quedó muy grabada esa parte cuando Weiss le pregunta a un maestro de luz que guía a las almas, acerca de por qué retornamos muchas vidas en cuerpo físico. El maestro le contestó que éramos dioses en construcción y cada vida en este planeta es para recuperar nuestra divinidad y sólo lo conseguiríamos practicando las virtudes como el amor, la caridad, la compasión.
Esa frase, somos dioses en construcción, me dio una esperanza. De ahí en adelante me puse a buscar cursos y libros que me aportaron más luz al respecto. Y llegaban, a veces sin quererlo. Vino el proceso de discriminación y luego de sendas búsquedas encontré, lo creo sinceramente, un camino que me abrió las puertas a la verdadera gnosis o conocimiento supremo. Esta escuela es la síntesis de las diversas filosofías y religiones, que reconoce en cada religión una joya divina y que todos los mensajeros provienen de la misma fuente, del mismo dios, del omnisciente, omnipresente, del invisible de lo invisible, del Dios supremo. Pero sobre todo, que Dios está vivo y habita en nuestro interior. Esa es una verdad suprema.

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