Adoración al Señor, rendición del ego




Prócoro Hernández Oropeza
El quinto aspecto de Niyama, el segundo paso en el camino de las ocho ramas del Yoga de Patanjali, es Ishwara-pranidhana o Adoración a Dios- rendición del ego. Es renuncia a los frutos de nuestras acciones y sumisión a lo Absoluto. En la Biblia cristiana corresponde al primer mandamiento: amarás a Dios por sobre todas las cosas. No es la acción lo que cuenta, sino la intención que se esconde detrás. Hay que encontrar la forma de hacer que las acciones surjan del amor auténtico y ofrecerlas a lo Divino. Esto conduce a la liberación ante el apego y las ilusiones de éxito y fracaso.
La sumisión a lo absoluto, el desprendimiento, Ishwara-praṇidhāna, supone el abandono de todos los frutos de la acción en favor de (Ishwara, Dios, Totalidad, Ello, lo Absoluto, etc.) a que se hace referencia en los Yoga Sutras; con esta recomendación se persigue actuar correctamente, con el fin de cumplir con el propio deber, por el deber mismo.
Dentro de la filosofía Pneuma, Ishwara-pranidhana corresponde a dos de las tres joyas de esta sabiduría, a saber: muerte (del ego) y Servir (el servicio a Dios); la tercera joya es renacimiento, que se correlaciona con (Bramacharya, Castidad, sublimación de la energía), el tercer aspecto de Yamas, de la cual ya hablé en pasadas entregas.
Amar a Dios por sobre todas las cosas significa que toda acción es consagrada a Él, amándolo con todo el corazón, con toda el alma y la mente. A lo largo de la historia de la humanidad se observa la necesidad de ese Dios y de rendirse a él, a su voluntad y gracia. No ha existido ninguna cultura en la que las divinidades no se hagan presentes: Zeus, Júpiter, Osiris, Quetzalcóatl. El hombre es un ser religioso por naturaleza.
Por ello se reconoce que el primer mandamiento no lo inventó Dios cuando le entregó las tablas a Moisés. Está escrito en el corazón del hombre desde siempre. Dios puso esta necesidad en el hombre al crearlo a su imagen y semejanza y sabe que Él es la única respuesta. Por eso le da un mandato al hombre: “Amarás a Dios sobre todas las cosas”, no porque Dios necesite ser amado, sino porque el hombre necesita amar a Dios.
En el planeta miles de personas no creen en un Dios, se dicen ateos, pero muy en su interior, una voz les dice que existe algo superior a sus creencias. Cuando entré a la universidad estaba de moda el marxismo-leninismo que había dado muerte a Dios. Para esa filosofía Dios no creó a los hombre; fuimos nosotros quienes lo creamos al ser incapaces de comprender los fenómenos que nos rodeaban. Cómo no teníamos explicación acerca de qué originaba la lluvia, pues creamos a Tláloc, al dios del Sol, Osiris, y así las cosas. Fue una lucha dura para mí, hasta que decidí aceptarlo. Entonces me sentí como liberado de un Dios castigador, porque esa fue mi educación. Luego de años de no encontrar respuestas acerca de mi estancia en este planeta, algo me decía que este planeta, su cielo y estrellas, la luna no podrían haber surgido del caos, siendo tan perfectas y maravillosas. Me pasaba como a ese ateo, un tal Juan Arias que escribió su oración del ateo:
“Soy ateo y por tanto no puedo rezar a nadie, porque para mí no existe ese Alguien superior, distinto de mí, a quien poder dirigirme. Sin embargo, tengo que confesar que a veces siento fuerte la angustia de la soledad. A veces tengo necesidad de gritar a un Ser Supremo mi sed de no sé qué cosa infinita y de preguntarle tantos porqués que no tienen respuesta, pero sería como hablar al viento. . ¡Dios, Dios, Dios! ¿Serás una hermosa invención de los poetas? ¿Serás el eco de cuantos se engañan para poder aferrarse a una esperanza? ¿Serás la proyección inconsciente de la necesidad humana de protección?”
Luego de búsqueda de respuestas, pero sobre todo de experiencias internas, he logrado comprender, y no sólo eso, de experimentar a esas divinidades y sus emanaciones. Esto a través de la meditación, la respiración y los sueños. He leído a texto cristianos y textos védicos y de otras filosofías y todas hablan de ese ser misericordioso, con distintos nombres, pero la fuente es la misma. Por ello he llegado a reconocer que todo lo que me rodea es sagrado e intento ver a Dios en cada persona y ser sintiente. Esto es servir a Dios, ser como Dios es, vivir como Dios vive, amar como dios se supone que ama, sin distinción.

Comentarios

Entradas populares de este blog

De mil que me buscan

Los tres alimentos

El arquetipo del gato