Bailando bajo la lluvia
Prócoro Hernández Oropeza
La lluvia, la Hermosa lluvia, también es motivo de fiesta, de sorpresas, de alegría y poesía. De hecho, una lluvia es un verdadero poema; cada gota de lluvia tiene un ritmo, una vibración, un sonido, versos y versos que al final crean un canto vivo, un canto a la madre naturaleza. Es un canto del cielo, un regalo divino, una expresión del amor supremo.
Así como un poema puede ser suave y delicado, cálido o romántico, sublime y eterno, la lluvia también expresa esos estados de ánimo, son los estados de ánimo del cielo, que al final son los nuestros propios. El agua, está comprobado, es un ser vivo y como tal está conectada con la energía que generamos con nuestros pensamientos, emociones, acciones. El japonés Masuro Emoto ha fotografiado pequeñas gotas de agua, que antes de cristalizarlas las sometió a ciertas emociones, tanto positivas como negativas y dependiendo de esos estados de vibración se formaron cristales de gran belleza o totalmente informes.
Si a una botella con agua, antes de someterla a congelación, se le colocan palabras como amor, ángel, te amo, se forman cristales brillantes y con gran armonía y belleza. Al contrario si se escriben palabras como diablo o te odio, la estructura de las células son deformes e inarmónicas. Lo mismo sucedió cuando tomó muestras de agua pura de manantiales y a la de un río que había atravesado por varios pueblos y ciudades, las diferencias fueron muy claras. Cuando sometió agua destilada a música de Elvis Presley el cristal se partió en dos; en cambio cuando fue expuesta a música de Mozart, su forma fue como un hermoso diamante.
Emoto, pese a que sus detractores dicen lo contrario, sostiene que la calidad de nuestros pensamientos y emociones afectan nuestro entorno, entre ellas el agua y el clima. No se requiere mucha ciencia para discernir estos desencuentros; basta saber que nuestros pensamientos y emociones son energías vibrando a diferentes frecuencias y necesariamente con ellas afectamos al universo. Nuestros miedos, temores, odios, resentimientos se verán reflejados en nuestro entorno, lo mismo si sólo expresamos pensamientos y sentimientos de amor, compasión, bondad, felicidad. Somos antenas y canalizamos energías que interactúan con la tierra, el agua, el aire y el fuego naturalmente.
A qué vienen estas reflexiones. Por una parte a que mañana se celebra en esta ciudad un recital de poesía, denominado “Bailando bajo la lluvia”, en un homenaje a esta maravillosa manifestación del universo. Y justamente ayer ocurrió un hermoso poema en la bahía. Eran las nueve de la mañana y el cielo estaba completamente nublado. Inició una pequeña llovizna y amenazaba con volverse tormenta. De repente el cielo se abrió y los rayos del sol brillaron en una porción de la bahía. Luego se formó un arco iris. Un extremo surgía de entre el mar y otro culminaba en un cerro de Bucerías. Un poema divino y esplendoroso. Así que mañana los invitamos a escuchar a varios poetas cantarle a la lluvia. La cita es en el Museo Naval a las siete de la noche. Y para adelantarle algo, le entrego este poema de mi autoría:
Cuando la luna abra sus alas
Cuando la luna abra sus alas y derrame el fuego de dios
Sobre la tierra, elevaré mi canto hasta que el mar tiemble
Y mi canto durará tantas noches, tantos siglos
Hasta que se confunda con la música de las aves.
Luego descansaré y me fundiré con la brisa de un verano
Y seré la lluvia que mojará tu cara, la lluvia del diluvio
No anunciado.
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