La codicia, Aparigraha
Prócoro Hernández
Oropeza
La codicia o avaricia es uno de los siete pecados capitales
muy arraigados en la humanidad. En la
escala de los siete pecados capitales está considerado en el quinto nivel,
luego de la lujuria, ira, orgullo y pereza. Este defecto, según Ernesto Barón,
en su libro Teoría y Práctica de la Psicología Gnóstica, se asocia muy bien con
el orgullo, la envidia y la gula, son compadres y socios.
Su principal puerta de entrada es la auto-consideración,
cuyas manifestaciones son: ansias de poseer bienes, ansias de poder físico, de
poderes psíquicos, ambición, poseer más, en exceso, tiende a ser un mezquino, tacaño;
quien la posee nunca tiene llenadera.
La codicia actúa con ansias de poder, el poder de los
deseos; son los deseos del ego y el ego no tiene llenadera, siempre quiere más
y más. Si llega a probar el poder, su
siguiente paso es más poder. Un diputado, por ejemplo, cuando llega a ocupar
ese puesto, al que muy pocos arriban, una vez ahí los deseos de poder lo
impelen a buscar otros escaños, la presidencia municipal de su pueblo o la
gubernatura de su estado y luego la presidencia de la república.
¿Acaso está mal en desear esos puesto? Cuando se hace desde
el ego, pensando sólo en el beneficio personal a la larga va a vivir su vida en
estrés, preocupaciones, enfermedades, pero sobre todo generando consecuencias
negativas para su vida presente o futura.
Afirman los maestros que una cosa es codiciar tener
posesiones o posiciones y otra es anhelarlas. En el campo de la auto
realización, si una persona dice: “Yo pienso algún día auto realizarme”. Nunca
podrá realizarlo, porque es la mente quien quiere hacerlo. Los fumadores o los alcohólicos, cuando
parten desde esta premisa, nunca lo logran porque es su mente, la mente
egotizada la que aparentemente quiera dejar el vicio, pero sólo es una vacilada
del ego.
Otra persona dice: “Yo deseo auto realizarme”, tampoco lo
logrará porque es una expresión del cuerpo astral, el cuerpo de los deseos.
Otros dicen: “Yo intento auto realizarme”, tampoco será capaz de hacerlo,
porque habla desde el cuerpo físico. En cambio si alguien dice: “Yo anhelo auto
realizarme”, lo puede lograr porque está hablando desde su conciencia, desde
esa fuerza o voluntad que viene de su Ser, es un anhelo de su ser.
En los sutras de Patanjali, del que hemos comentado en
columnas anteriores, se habla de Aparigraha, no aceptar regalos ni sobornos y
tampoco codiciar. En esta filosofía se
invita a no aceptar regalos que inciten a la lujuria, ni mucho menos sobornos.
Estos últimos son más peligrosos aún porque con ellos están comprando tu
dignidad, te estás vendiendo al mejor postor.
La codicia está fundada en el miedo, miedo a perder lo que
he acumulado, miedo a no tener , miedo al fracaso, a la tristeza, y eso nos
crea ansiedad y sufrimiento y nos incita a buscar la forma de obtener eso que
más necesitamos o que el ego necesita, sin importar, muchas veces o la mayoría
de las veces, los medios para conseguirlo.
La práctica de Aparigraha elimina ansiedad para
preservarte libre del miedo al fracaso,
tristeza, odio, ira, mentiras, robos, apegos, desapasionamientos, agitación de
la mente , preocupación, problemas. Te
da paz, contentamiento y satisfacción.
Aparigraha también significa específicamente la no recepción
de regalos que conducen a la lujuria. Cuando un hombre no recibe presentes su
mente se mantiene pura. Con cada regalo tú recibirás el mal o maldad del
donante. Nunca tomes de la vida más de lo que necesitas para tu simple y esencial
modo de vida.
En los sutras de Patanjali se insiste en no establecerse en
la no codicia, si lo logras obtendrás la memoria de tus vida pasadas. Aparigraha
o no posesividad puede también ser interpretado como el total desapego a las
cosas, a las personas o al mundo
material.
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