La búsqueda espiritual; el discípulo
Prócoro Hernández Oropeza
Quienes buscan un camino espiritual son aquellos que
empiezan a despertar y a cuestionar su estancia en esta vida, en este planeta.
Entonces buscan una guía, una enseñanza, un maestro que les indique el camino,
la cartografía para retornar. Se
preguntarán ¿a dónde tenemos que retornar?
Regresar a un lugar que tiene muchos nombres, como el cielo,
el edén, paraíso, el treceavo aeón, el absoluto. Seguramente es un lugar idílico
de donde salimos alguna vez. No es una utopía, ilusión o un invento de nuestra
mente. Nuestra alma lo sabe, nuestro Ser conoce el camino, pero nos hemos
desconectado de él, nos hemos separado y vivimos en la ignorancia, la
ignorancia que han sembrado los yoes.
Para retornar existen muchos caminos, unos largos otros
cortos, así como también muchos maestros; unos verdaderos y otros falsos. Los
verdaderos maestros son la misma encarnación de Dios, son uno con Dios y son el
puente entre la divinidad y el discípulo. Los falsos te ofrecen el cielo y las
estrellas, predicando la palabra de Dios, pero detrás de sus palabras se
esconde el veneno de la serpiente.
Como lo expresa la Biblia en
Mateo 7: 14 Porque estrecha es la puerta, y angosto el camino
que lleva á la vida, y pocos son los que la hallan. 15 Y guardaos de los falsos
profetas, que vienen á vosotros con vestidos de ovejas, mas de dentro son lobos
rapaces. 16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Cógense uvas de los espinos, ó
higos de los abrojos?
Un maestro falso será conocido por sus frutos, por sus
actos, aunque para un discípulo que apenas empieza su camino puede ser
confundido por uno de ellos. No obstante, afirman los maestros que cuando el
alumno está listo el maestro llega. El verdadero maestro, el sabio o Guru no
busca alumnos, ellos llegan a él. En todo caso es el Ser de ellos quien
encuentra a su maestro. Y cuando lo halla este discípulo se somete a sus
enseñanzas y sólo se ocupa de la naturaleza divina del maestro, no lo juzga ni
mide su naturaleza divina con el criterio inadecuado de su ignorancia, sostiene
Swami Sivananda. En el verdadero
discípulo se enciende el fuego espiritual y entonces maestro y discípulo se
convierten en uno.
Para acercarse al Guru, el discípulo debe poseer algunas
características, tales como: la correcta comprensión, no apego a los objetos
mundanos, serenidad de la mente, control de los sentidos, ausencia de pasiones,
la fe en el maestro y la devoción en Dios, requisitos sin los cuales no habrá
esa fusión. Esto es así porque el maestro sólo impartirá instrucciones
espirituales a los aspirantes que tienen sed de liberación. El discípulo debe
servir a su Guru de buen agrado, sin cuestionamientos, modestamente, sin
respingos, sin descanso y con mucho amor. Cuanto más energía gaste en el
servicio al maestro más energía divina fluirá en el discípulo.
Sivananda reconoce cuatro tipos de estudiantes: El discípulo
que es como combustible de avión, una chispa lo puede encender desde gran
distancia; la chispa del Guru. El segundo discípulo es como el alcanfor, un
toque despierta su espíritu interior y enciende el fuego de la espiritualidad
en él. La tercera clase es como el carbón. El maestro debe hacer grandes
esfuerzos con el fin de despertar el espíritu en él. Por último, el discípulo
que es como un tallo de plátano, o como una madera verde. Ningún esfuerzo será
de algún provecho para él, permanecerá frío e indiferente a cualquier Guru.
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