Nuestra divina madre




Prócoro Hernández Oropeza

La madre, además de ser nuestra progenitora es un símbolo universal de amor, entrega incondicional, protección, auxilio. A ella recurrimos cuando nos sentimos tristes, angustiados o enamorados. Ella lee nuestras angustias, nuestras penas e intenta mitigarlas con sus propias lágrimas, sus consejos o sus abrazos consoladores.

A pesar de esta, su naturaleza, los hombres nos olvidamos de esa condición, de su bendita presencia y su amor y pretendemos honrarle un solo día. Este día es como sagrado para algunos y le honran con flores, mariachis, serenatas, comidas, regalos, o simplemente se acuerdan que tienen una madre. Pero el resto del año la ignoramos y hasta la ofendemos y la denigramos. La ofendemos cuando le mentamos la madre a un ser que nos ofendió, la denigramos cuando la vemos con lujuria en la calle o le gritamos peladeces o la menospreciamos por su calidad de mujer.

Decía un gran maestro de la India, Swami Sivananda que el  niño quiere más a la madre que al padre. La madre es amable, suave, dulce, tierna y cariñosa. Ella está llena de sonrisas. El padre es rígido, duro, tosco, no refinado e insensible. El niño corre hacia la madre para obtener presentes, dulces, frutas y otros regalos. Él puede sincerarse más fácilmente con la madre que con el padre.
En todas las religiones y filosofías se hace referencia también a la madre divina, la expresión más pura que refleja esa feminidad, el eterno femenino, la sutileza del amor y las virtudes, encarnadas en la gran Madre. María, Isis, Isoberta, Kwan Yin, Guadalupe, Tonantzin, Coatlicue, Astarté, stella Maris, Parvati, Durga, Kali, Sarasvati, Cibeles, entre otras.

Adorar y respetar a nuestra Madre progenitora  es también venerar a la madre divina, esa parte que representa el amor y las virtudes en cada uno de nosotros. Si estamos enemistados con nuestra madre física, no podremos conectarnos con esa energía del amor y las virtudes. Elocuentemente, Sivananda afirma: “Del mismo modo, los poetas y santos tienen más confianza con la Madre Divina que con el Padre Divino. Ellos se sinceran más libremente con la Madre Divina. Ellos notan que su corazón se conmueve más cuando hablan de la Deidad como su Madre que cuando se refieren a Dios como Padre. Y sugiere leer el siguiente himno de Shri Shankara a la Madre y sentirás y comprobarás la verdad de esta afirmación.

Himno para obtener el perdón de la Madre

Por mi ignorancia de Tus órdenes,
Por mi pobreza y pereza,
No tuve el poder para hacer lo que debía haber hecho,
De allí mi omisión en adorar Tus pies,
Pero, oh Madre, auspiciosa liberadora de todos,
Debes perdonar todo esto,
Porque algunas veces puede que nazca un mal hijo, pero nunca una mala madre.
¡Oh, Madre del mundo! ¡Oh, Madre!
No he adorado Tus pies,
Tampoco Te he ofrecido abundante riqueza,
Aún así, el afecto que me concedes no tiene comparación,
Porque algunas veces puede que nazca un mal hijo, pero nunca una mala madre.

Que mejor homenaje que recordar a nuestra madre, no sólo como la progenitora, sino también como la creadora de todo este universo. Esto lo expresa perfectamente Sivananda en otra plegaria a la madre, de la cual extraigo este bello fragmento:

Plegaria a la Madre

Reverencias a la Madre Divina que existe en todos los seres bajo la forma de inteligencia, misericordia y belleza. ¡Saludos, Oh Dulce Madre, la consorte del Señor Shiva! ¡Oh Madre Parvati! Tú eres Lakshmi. Tú eres Sarasvati. Tú eres Kali, Durga y Kundalini. Tú eres la encarnación de todo poder. Tú eres Para-Shakti. Tú estás en la forma de todos los objetos. Tú eres el único refugio de todos. Tú has encantado al mundo. El universo entero es el juego de Tus tres Gunas. ¿Cómo puedo elogiarte? Tu gloria es indescriptible. Tu esplendor es inefable. Protégeme. ¡Dirígeme, Oh Madre cariñosa!

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