El miedo, a qué obedece



Prócoro Hernández Oropeza

El miedo es una de las emociones más terribles o dramáticas que acosan al hombre. Todos, sin excepción alguna, hemos pasado por momentos de miedo o lo percibimos a flor de piel cada vez que nos enfrentamos a un dilema o a un problema.
 ¿Qué es el miedo? En psicología se dice que se produce la emoción de miedo cuando existe un estímulo, evento o situación que, tras la valoración realizada por el individuo, resulta significativamente relacionada con la amenaza física, psíquica o social del organismo. Sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario. Más allá de la amenaza física se encuentra también el sentimiento de desconfianza que impulsa a creer que ocurrirá un hecho contrario a lo que se desea: tenía miedo de que la fiesta saliera mal, tenía miedo a que le dijera la novia que no lo aceptaba.
Como observamos, existen dos tipos de miedos, uno físico, amenaza real como, por ejemplo, toparse con un león y otro de tipo psicológico: miedo a encontrarse con un ladrón. En ambos, el miedo se manifiesta en el plano mental. Afirman los budistas que existen dos clases de miedos: el miedo apropiado y el miedo impropio. El miedo es apropiado cuando se fundamenta en un peligro de existencia real, respecto del cual se pueden tomar medidas para evitarlo. Como la persona que deja de comer carnes rojas porque tiene miedo de bajar sus vibraciones espirituales.
El miedo impropio es el que surge de cosas que no pueden perjudicarnos como tenerle miedo a una cucaracha; o que no podemos evitar, como tener miedo a envejecer o a morir. Esta clase de miedo nos lleva a deprimirnos y paralizarnos.
Sin duda, el miedo es parte de una programación mental, pero también forma parte de nuestros agregados psicológicos. Esto significa que el miedo, si bien tiene su origen en la parte instintiva como mecanismo de defensa, la mayoría de ellos son producto de esos yoes psicológicos de nuestra psique. Los bebés, por ejemplo, no saben lo que es el fuego y se dice que pueden colocar su mano ante una llama de fuego y no sienten dolor. Pero cuando los adultos le indican que no la coloque ahí porque se queman, entonces el cuerpo responde con dolor si la vuelve a colocar.
Así como el amor es la madre de las virtudes, el miedo es la madre de su antítesis, los egos o pecados capitales. De ahí que todo mundo estamos expuestos al miedo. Unos  con miedo a la  muerte, a la enfermedad, al fracaso, a ser rechazado socialmente, a equivocarse, al éxito, miedo de sufrir daños, a no conseguir pareja o miedo a la soledad, a perder la pareja que tenemos, a perder el trabajo, a los accidentes, a perder un ser querido, a la pobreza,  al ridículo, a miedos inexplicables.
Así que en realidad, dicen los budistas, la mayoría de los miedos tienen su raíz en una forma errónea de percibirnos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea, es decir que tienen un origen mental, por lo que si aprendemos a controlar nuestros pensamientos, podemos terminar con ellos.
En cambio el miedo apropiado es una clase de miedo que nos advierte que es peligroso hacer algo (como saltar a la calle desde un tercer piso o beber en exceso). Cuando el miedo es apropiado, sirve para tomar consciencia del peligro real y para hacer las cosas que debemos hacer para evitarlo. Por ejemplo si tenemos miedo a no poder tener un hijo, podemos trabajar nuestra mente para evitarlo.
La mayoría de los miedos son infundados, y si piensa en cuales son aquellas cosas que le infundieron miedo en los últimos meses, descubrirá que el 85% de ellas nunca sucedió. La mayoría de los miedos son producto de pensamientos negativos, de esos que provienen de nuestros agregados psicológicos, de los apegos y aversiones. El miedo solo se puede controlar atacando su raíz, y su raíz se encuentra dentro de la mente de cada uno. 

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