Buenas tardes hasta mañana
Prócoro Hernández Oropeza
Todas las ciudades o pueblos tienen sitios especiales donde
se reúne su gente. En algunos es el parque central o plazuela; en otros, una
calle especial o la rivera de un río; en Puerto Vallarta, y en general los
puertos o ciudades con mar, en su
malecón.
Los fines de semana, tanto turistas como locales se
apersonan del malecón, bien para
encontrarse con los amigos, para avistar un atardecer o para despejar el
tedio de la semana.
Las personas van y vienen como hormigas; en grupo o
individualmente. Algunos se toman fotos, otros buscan descifrar el lenguaje del mar o del amor. Hay
quienes admiran el ocaso del sol y hasta aplauden.
Los ocasos de sol, son espectaculares, dependiendo del color
de la tarde, de sus nubes, de su cielo. Y también del estado de ánimo de quien
lo ve. Cuando el sol se inclina y besa el mar, este se sonroja. Después se
hunde lentamente, hasta que una línea dorada se pinta en el horizonte como un
adiós del astro.
Otros aprovechan la ocasión y flirtean y cantan como Joaquín
Sabina: “Peor para el sol que se mete a las siete en la cuna del mar a roncar,
mientras un servidor le levanta la falda a la luna”.
Creo que los atardeceres del pacífico son hermosos. Hasta en
las ciudades que no poseen mar se pueden observar espectaculares. En cada
puerto los lugareños afirman contar con atardeceres maravillosos y lo presumen
en su promoción publicitaria. Vallarta no es la excepción.
Y es verdad, cada atardecer es un espectáculo y cada día
será distinto. Y si alguien no lo ve
así es porque ha perdido la capacidad de admiración.
Ahora, si no le gusta la tarde, se la
cambiamos de lugar, como decía el poeta Carlos Pellicer.
Y con el atardecer y sus ocasos podemos escribir cuentos,
poemas, experimentarlos y gozarlos en silencio o en pareja, caminando o
absorbiendo cada nota, cada rayo. Para finalizar les dedico este poema que nos
dibuja estas maravillosas tardes de luz y sombras.
Buenas tardes
Es la tarde una pluma que escribe
suave y despacio
Escribe, por ejemplo,
Que la música de tu voz es una
Mujer con prisa
Siempre se pregunta si sus pasos
Van por el camino de siempre
O han equivocado el rumbo
La tarde se toma un café
Con aroma de mar antes de bañarse
Luego se reúne con sus amigas
Y hablan de filosofía
Hacen preguntas tontas de la vida
Y se fuman las horas con desgarbo
La tarde se hace tarde
Y no se levanta de su tedio
Quiere ir a misa de cinco
Pero sabe que dios se ha ido
La tarde sabe a hierbabuena
Yo la tomo en mi mesa de siempre
E invariablemente me despido de
ella:
Buenas tardes, hasta mañana.
La
tarde está que arde
Coquetea con mi paciencia
se ríe de mi sombra
Y mi sombra se asombra
por el vaivén de sus caderas
que miran con fuego.
La tarde llega a mi mesa tarde
carga una bolsa con penas
Quiere compartirlas
La ignoro y se pone triste
Poco después, llueve.
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