Reflexiones cotidianas
La renuncia al placer de los sentidos
Prócoro Hernández Oropeza
Los sentidos son maravillosos instrumentos para captar nuestro mundo exterior. Mediante ellos podemos percibir, formas, colores, dimensiones, captar sonidos, sabores, olores y a través del tacto percibir las superficies de los diferentes objetos que nos rodean. Como todo lo que nos proporcionan los sentidos los podemos experimentar, lo cual nos da la sensación de lo real, entonces nos apegamos a que eso, lo percibido, es lo único real.
Y como consideramos que lo real es lo verdadero, entonces nos apegamos a todas las sensaciones que los sentidos nos proporcionan, al placer material de los sentidos. Mediante los sentidos percibimos, no sólo sensaciones, sino también emociones y pensamientos, que se traducen en acciones. Mediante la vista percibo a una mujer y por sus formas, su gracia o su belleza, plasmo dentro de mi mente ideas y pensamientos de atracción o repulsión, de contento o de aversión. Es decir, a través de los sentidos me puedo regocijar o enojar, sentirme bien o desdichado.
En el Bhagavad Gita, Krishna le dice a su discípulo Arjuna: “Aquel que trabaja con devoción, que es un alma pura y que controla la mente y los sentidos, es querido por todos, y todos son queridos por él. Aunque esa persona siempre trabaja, jamás se enreda”. No se queda prendido de los deseos y apetencias de le mente y los sentidos, por el contrario, sigue diciendo Krishna, una persona con conciencia divina, aunque se dedique a ver, oír, tocar, oler, comer, desplazarse, dormir, respirar, siempre sabe para sí que de hecho no hace nada en absoluto, pues mientras habla, evacúa, recibe y abre o cierra los ojos, siempre sabe que sólo los sentidos materiales están ocupados con sus objetos, y que ella (la persona) está apartada de ellos.
Se preguntarán, ¿cómo puedo abstraerme de los sentidos y dejo de identificarme con todos los estímulos que me ellos me proporcionan?  Es un proceso de trabajo interior largo y constante el que se requiere para entrenar a la mente y a nuestros sentidos y lograr esa abstracción. De hecho quien observa no es mi personalidad, sino observo con los ojos de mi Dios interno, desde ese observador que está en nuestro interior, desde esa chispa divina que es nuestra naturaleza.
Cuando alguien logra controlar la mente y los sentidos es porque ha podido conectarse internamente con esa personalidad suprema o nuestro maestro interior, Guru, espíritu o Ser, posee diferentes nombres. Esa persona es un yoqui que controla su naturaleza y renuncia mentalmente a todas las acciones. Estos son los sabios, pero sabios humildes que ven con la misma visión a un manso y erudito señor, a una vaca, a un elefante, a un perro o a un paria. Una persona consciente, afirma krishna, no hace ninguna diferencia entre parias o castas. Son sólo diferencias de cuerpos, pero reconoce que todos son parte de una creación divina, sin importar las circunstancias en que se encuentran las entidades vivientes.
Este tipo de personas ya no se regocijan al conseguir algo agradable, ni se lamentan el obtener o sufrir algo desagradable porque conoce su esencia divina y está situado en la trascendencia. Puede ganar diez millones de pesos en la lotería y no apegarse a esa cifra o si pierde esos millones en una quiebra financiera, simplemente observa, no se identifica con la pérdida y su ecuanimidad o felicidad interna no varían. Ella es una persona que se ha liberado de la atracción del placer material de los sentidos, sencillamente porque siempre está en trance, disfrutando el placer interno. De este modo, sostiene Krishna, la persona auto realizada disfruta de una felicidad ilimitada, ya que se encuentra en el Supremo, en Dios, en su deidad interior.  


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