Los juegos de la vida



Prócoro Hernández Oropeza
La vida es un juego y nada más. Como todos los juegos, los nuestros, los de la vida cotidiana, poseen límites, un espacio, reglas, árbitros, obstáculos a vencer, opositores, y sobre todo una meta. En un juego de futbol su objetivo, eso se nos ha enseñado a ver, es meter goles, ganar el partido. En el juego de la vida es triunfar, sobresalir, destacar, hacer fortuna o en última instancia, ser feliz.
Pero resulta que no todos los juegos los podemos ganar, algunas veces sí, otras no. Podemos triunfar en el trabajo, ser exitosos en el negocio, pero desafortunados en el amor o en la relación familiar con mucha infelicidad. Ye hemos dicho en otras páginas, la felicidad no es algo que se pueda encontrar afuera o comprar como cualquier mercancía. La felicidad es una de las metas más ambicionadas por el ser humano.
En muchos, los juegos de la vida no son de éxito, sino de fracasos. Pero ¿qué es un fracaso? Cuando aprendemos a desapegarnos de los resultados de nuestras acciones y sólo disfrutamos momento a momento lo que hacemos, ya no sufriremos si no obtenemos los resultados deseados. Sólo fracasan aquellos que no han comprendido que el juego o todos los juegos de nuestra vida, al igual que un partido de futbol, sólo son eso, juegos que podemos vivirlos sin apego a los resultados y disfrutándolos momento a momento. Porque lo más interesante de un partido, cualquiera que sea, es sortear los obstáculos que se nos ponen enfrente, la manera en que los esquivamos o los vencemos, las jugadas que realizan los jugadores para meter un gol.
Como nos han enseñado a competir, a ser más que otros, cuando perdemos un partido, un juego de la vida nos sentimos tristes, frustrados, derrotados, vencidos, agotados. Incluso nos llega a pasar cuando vemos a la selección nacional de futbol enfrentar un partido con otro equipo internacional donde se disputan el honor o la copa de oro o lo que sea. Nos identificamos de tal manera con los jugadores, sus jugadas, movimientos, estrategias, y cuando desaprovechan la oportunidad del gol, nos enfurecemos, nos estresamos. Y si el equipo pierde, es como si los derrotados hubiésemos sido nosotros.
Cuando aprendemos a vivir los juegos de la vida, no como fracaso o derrotas, sino como oportunidades, la cuestión cambia. Entonces sólo disfruto cada jugada, cada movimiento o estrategia, disfruto el presente sin identificarme con los eventos que acontecen en cada uno de mis juegos. Solo observo y aprendo, observo y mi energía se mantiene alta, en felicidad constante. Nada me falta, nada me constriñe, todo es perfecto. Si pierdo una fortuna, no me apego a los resultados y veré la forma en cómo levantarme de nuevo e iniciar otro juego de abundancia.
Entre gente exitosa se sabe de muchas personas que han perdido cuantiosas cantidades de dinero. En vez de caer en la depresión, el suicidio o la dejadez, se levantan del suelo con nueva energía y vuelven a amasar más fortuna. Ya saben el camino y uno de ellos es no darse por vencidos, ni sentirse fracasados. Así que el verdadero juego de la vida es disfrutar momento a momento como si ese fuese el último de tu vida. Sin identificarte con lo que ocurre para no caer en la fascinación o sueño. Porque has de saber que la mayoría vivimos dormidos en la fascinación de nuestros juegos, tal como nos vemos frente a la pantalla de televisión viendo un partido de futbol. Nos olvidamos de todo, pero lo más importante, nos olvidamos de nosotros mismos, nos desconectamos de nuestra verdadera identidad y vivimos soñando.



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