La verdadera libertad



Prócoro Hernández Oropeza
La libertad es un concepto y un deseo que todo mundo o la mayoría quisiera experimentar y vivir. Sin ataduras, limitaciones, fronteras ni obstáculos, sólo caminar por donde a una lo plazca. Pero vemos en que en la práctica nos topamos con muchos obstáculos. Si no tengo dinero, esa puede ser una limitación aparentemente. Si las leyes de un país son muy restrictivas también son otro problema o mi pareja es muy celosa y no puede ir a charlar ni con los amigos, mi libertad se ve restringida.
En fin, pensamos que la libertad sólo se ejerce en relación con quienes nos rodean o nos gobiernan o nos dirigen. En los diccionarios se afirma que la libertad es la capacidad que tiene el ser humano de poder obrar según su propia voluntad, a lo largo de su vida. ¿Qué es la voluntad? Voluntad (del latín voluntas) es la potestad de dirigir el accionar propio.
Pero es necesario preguntarnos si en verdad  obramos o realizamos las cosas de acuerdo a nuestra voluntad o existen otros entes que gobiernan nuestra voluntad e impiden mi libertad. Algún filósofo dijo un día: La liberta termina donde empieza la de los demás. Por lo general cuando hablamos de libertad, nos referimos a la libertad externa, la libertad que tengo de escoger ciertas alternativas acerca de mi accionar en las distintas áreas de mi vida.
Ante cada evento que se me presenta tengo la capacidad de escoger las mejores alternativas, si estoy consciente de ello. Porque en muchas ocasiones, por nuestras limitaciones o por ignorancia sólo encontramos una salida o ninguna. Si deseo viajar, conocer lugares, sino poseo una cartera llena de billetes no lo podré hacer. No obstante hay personas que se dan ese lujo viajando apenas con lo necesario o sin un centavo en el pantalón. A cada lugar que llegan se adaptan a las circunstancias y siempre encontrarán cobijo y alimento. Así que el dinero no es una limitación. La limitación está en nuestra mente.
Cuando estuvo preso en África por más de 20 anos Nelson Mandela, él nunca perdió la fe y la esperanza. Su credo era: Podrán encarcelar mi cuerpo pero mi mente nunca. Y así era. Ningún carcelero puede aprisionar mis deseos, intenciones o mis visiones y sueños.  Un día salió libre y luego fue presidente de su patria, además de que abolió el apartheid y la discriminación de los blancos hacia la raza negra.
Los únicos carceleros que nos mantienen en la prisión están en nuestra psique. Miles de carceleros son los que nos impiden avanzar o despertar de este sueño. Son los famosos egos, principalmente el miedo. Ellos son los que imponen limitaciones, fronteras, hacen juicios y nos meten temor, además de hacernos sufrir.
Deepak Chopra decía que la libertad es dejar fluir. Así como el agua de los ríos corre libremente, así debemos ser nosotros, dejar que nuestros pensamientos y emociones fluyan, sin identificarnos con ninguna de ellas. Identificarnos con esos carceleros y sus limitaciones es el peor obstáculo para nuestro crecimiento espiritual, económico y de lo que se quiera.
A cada identificación con esos carceleros y sus expresiones las cadenas nos aprietan más y sufrimos más. Cuando nos libertamos de esos carceleros y sus ataduras entonces podremos conocer otras realidades y ser tan libre como un ave, tan ligero como una pluma. Esa es la verdadera libertad. 

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