La sencillez del hombre



Prócoro Hernández Oropeza
La gente piensa que quien ha leído muchos libros y atesorado muchos conocimientos es un gran conocedor o un sabiondo. Ha acumulado información y le sirve para tomar decisiones en su relación diaria con  quienes le rodean, pero ello no significa que sea un sabio o una gran persona.
A nivel mental puede recitar la biblia de memoria o el libro de las Mil y una Noches, pero su vida puede reflejar otra cosa, como por ejemplo, ser testaruda, iracunda, ambiciosa u orgullosa. Afirman los maestros que los santos con sus virtudes han causado mucho daño a la humanidad. Viene a cuento la historia de una persona que se creía un santo. A su casa llegó un poeta con un poema que había escrito para él. A cambio quería ver recompensado su esfuerzo con una moneda para comer. Pero el santo, con mirada piadosa y ceño fruncido cerró la puerta, pidiendo al poeta que se fuera de allí porque él aborrecía esas cosas de la poesía y la lisonja. No sabe cuánto daño hacía al poeta con ese despreció, a pesar de considerarse un santo.
En otra ocasión, otro maestro, Guru Nanak, llegó a un pueblo donde dos sacerdotes realizaban un ritual en honor de sus dioses y todos los fieles seguían firmemente sus indicaciones. Primero implorando  a su dios en las cuatro direcciones y ofreciendo sus plegarias. Cuando vieron que Guru Nanak no seguía las instrucciones lo cuestionaron. ¿Y tú porque no sigues el ritual? ¿Acaso no eres religioso? Nanak les respondió: Cómo voy a seguir tus instrucciones estás pensando en los beneficios que obtendrás por la venta de un lote de caballos. Y tú, le dijo al otro, piensas en cómo resolver un asunto delicado con un vecino tuyo. Cuando se dieron cuenta de tales verdades, comprendieron que todo lo hacían mecánicamente, sin servir en realidad al Dios al cual le ofrecían sus plegarias.
Un verdadero hombre santo, un sabio, no juzga, no enjuicia, ni regaña. Es un hombre verdadero, comprensivo y tiene una mente simple. En él, el estudio y el conocimiento se han convertido en auténtica comprensión creadora, trasciende el yo maquiavélico que lleva dentro, que sólo es memoria acumulada.
El hombre sencillo tiene la mente libre de experiencias porque estas se han vuelto conciencia, convertidas en comprensión creadora. Ese hombre vive la vida intensamente y transforma todas las experiencias  en auténtica comprensión creadora. Apela a la autocrítica profunda, al psicoanálisis íntimo para transformar el conocimiento y las experiencias en profunda comprensión creadora. Este es el camino del sabio.
Nanak decía: Instrúyete en el arte de la verdadera vida. Deja que tu corazón y tu mente se vistan con el traje de peregrino. Cada hora de la noche y del día busca a tu hacedor. Borra de la pizarra de la mente todo lo que tiene escrito y púlela hasta que brille como un espejo. Aparecerá en ella entonces una chispa luminosa. Esta chispa se convertirá en el sol y un sonido sin sonido llenará tu corazón de música divina y te traerá cerca de Dios.
Recuerda: tú eres el camino, tú el lápiz y la lapicera, tú también la palabra escrita. Tú eres el único. No hay otro. Sólo lograrás esto, sin complicarte la mente, sin el sepulcro corrompido de la memoria, sólo disfrutando el momento, si el deseo de ser santo, virtuoso o más grande, porque ese deseo tiene por fundamento la envidia. Un sabio disfruta la vida momento a momento, en el aquí y ahora.

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