El conocimiento interior
Prócoro Hernández Oropeza
A grandes rasgos existen tres tipos de conocimiento. El
ordinario, intelectual y el conocimiento interior. El ordinario es aquel que
aprendemos en nuestras relaciones familiares, sociales, en la escuela y nos enseña
cómo movernos en nuestra vida ordinaria. Conocimientos simples desde cómo
manejar un auto, cómo cocinar, la combinación de ropa para vestir, la forma en
que debemos comportarnos en las diversas esferas en que nos movemos.
El segundo conocimiento, el intelectual, es el que
aprendemos mediante libros o a través de las escuelas formales de
aprendizaje. Este conocimiento nos provee información para dominar técnicas,
habilidades y destrezas profesionales. Existe un tercer tipo, que es el
conocimiento interior, es la sabiduría interna que reside en nuestra psique o
alma. Es una sabiduría ancestral y es también acumulación de todas nuestras
vidas pasadas.
El conocimiento interior, dice Platón, es el verdadero
conocimiento. No se aprende en ninguna escuela, hay que sacarlo del alma. Dar
salida a la luz que tenemos adentro. Este conocimiento ni se compra ni se
vende, pertenece a la intimidad de la persona, la real. El conocimiento
interior pertenece a lo que la filosofía ya no enseña.
En el templo de Delfos estaba escrito esta gran verdad: "Te
advierto, quien quiera que fueres, oh! tu que deseas sondear los arcanos de la
naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco
podrás hallarlo fuera. Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿Cómo
pretendes encontrar otras excelencias? En ti se halla oculto el tesoro de los
tesoros. ¡Oh, hombre!, ¡conócete a ti mismo y conocerás al universo y a los
dioses!"
A diferencia de los conocimientos que recibimos del mundo
externo, el autoconocimiento proviene del mundo interno; de las revelaciones
que podemos obtener cuando nuestra conciencia se encuentra receptiva en
relación a algo. Ya sea interno o externo. Es producto de nuestras experiencias
internas, pero fundamentalmente del contacto con nuestro real Ser.
El verdadero entendimiento de la vida no proviene de los
conceptos o ideologías que hayamos podido acumular, sino de la comprensión que
surge cuando nos conocemos en relación con lo que estamos viviendo. Por eso se
dice que el ignorante no es el que posee pocos conceptos sobre la vida, sino
aquel que no se conoce a sí mismo.
El hombre logra la sabiduría cuando aprende a reconocer su
propia ignorancia, despierta cuando se da cuenta que está dormido, encuentra el
camino cuando aprende a vivir sin caminos, se hace fuerte al descubrir sus
debilidades. Realiza lo grande, dedicándose a lo pequeño. Encuentra al SER
cuando deja de ser el ego.
De este conocimiento surge el entendimiento, la madurez, la
libertad psicológica y la sabiduría. Entonces dejas de preocuparte y puedes descubrir
que más allá de nuestra vida física con cargos, responsabilidades y
ocupaciones, también tenemos una vida psicológica, emocional y espiritual que
se está procesando en mundos invisibles, aquí y ahora, de instante en instante.
Descubrimos que la mayoría de nuestros problemas que se
presentan en nuestra vida tienen su raíz en todos los procesos psicológicos y
emocionales que no comprendemos. Este mundo interior se encuentra en constante
confusión y conflicto debido a todos esos yoes que gobiernan nuestra voluntad,
nuestra mente. Para realizar concienzudamente ese conocimiento interior se
requiere usar la auto observación constante. Esta auto observación se realiza,
no desde la mente, sino desde el ojo de Dios, de nuestro Ser. Recuerda: Como es
adentro es afuera. Si Dios está adentro y te religas con él, serás la expresión
de su amor y sabiduría.
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