La generosidad, un bien inestimable

Prócoro Hernández Oropeza

 "El hombre más feliz del mundo es aquel que sepa reconocer los méritos de los demás y pueda alegrarse del bien ajeno como si fuera propio". Johann W. Goethe

Todo pecado capital tiene su contraparte. De la ira, su opuesto es la paz interior, así como del orgullo es la humildad. En el caso de la avaricia, la generosidad es la virtud que la redime. La generosidad es un concepto que procede del latín generosĭtas y se refiere a la inclinación a dar y compartir sin esperar nada a cambio. Se trata de una virtud y un valor positivo que puede asociarse al altruismo, la caridad y la filantropía, aunque no necesariamente. Se sabe de muchas personas que participan en asociaciones altruistas con el simple propósito de ser reconocidas o bien expiar, inconsciente o conscientemente, algún defecto psicológico como culpa, arrepentimiento o aflicción por algo que más bien tiende a satisfacer un ego. Entiéndase una acción que no parte de su corazón. En contraparte, la avaricia es el afán o deseo desordenado y excesivo de poseer riquezas para atesorarlas. Desde el punto religioso se trata de un pecado y de un vicio ya que trasciende lo lícito y lo moralmente aceptable. La avaricia, como todos los defectos psicológicos, tiene su origen en el deseo. El deseo de acumular riqueza, poder, bienes materiales, dinero. Quien cae bajo el influjo de este pecado capital queda fascinado, hechizado por sus bienes o su poder y entre más tiene más desea acumular. La simple idea de quedar sin esos bienes algún día le aterra. No puede concebir esa idea porque de llegar ese fatídico día, sabe que será un donnadie y llegará la tristeza, la infelicidad y el miedo y posiblemente la muerte. Muchas personas que se han convertido en ricas, cuando se les esfuma el dinero por cualquier eventualidad, se han suicidado. Otros, cegados por esa fascinación se tornan avaros, crueles y despiadados, sobre todo se observa en la política. Cuántos tiranos han nacido en este mundo y, enamorados de su poder y orgullo, se enquistan en el puesto y sólo son destronados por una sublevación, golpe militar o por la muerte. La avaricia se acompaña de otros rasgos egoicos como la codicia y la envidia. La codicia tiene que ver con querer más para ser más que el resto. En cambio el que envidia desea poseer lo que el otro tiene. Los dos rasgos compulsivos y egoicos que mantienen tanto al codicioso, como al avaro y al envidioso en un eterno sufrimiento. Jamás son felices, o si llegan a sentir algo de felicidad, sólo es algo pasajero, un simple placer, momento de placer. En cambio la generosidad busca el bien común. Es una acción que parte del corazón, no de la mente obstruida por el ego. Un individuo puede ser generoso con su tiempo y dedicarse a labores solidarias, sin pedir nada a cambio. Cuidar a un enfermo, limpiar una playa, acompañar a un anciano o dar refugio a un perro callejero son acciones que también forman parte de la generosidad. La generosidad es una virtud que proviene del amor. Es alegrarse por lo que otros tienen, no sentir envidia, ni avaricia, ella sólo busca el bien común de la sociedad de las personas o de todo lo que le rodea. . La persona generosa no pretende una recompensa por su accionar, sino que hace lo que cree correcto y justo. La lógica de su pensamiento señala que, si todos los seres humanos fueran generosos y donaran parte de sus recursos materiales o abstractos, el mundo sería un lugar mejor.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
me gusta mucho la manera en la que redacta. Ojala nos alegráramos por los logros de otras personas, así cambiaríamos al mundo!
Prócoro Hernández Oropeza ha dicho que…
Gracias mi estimada Ocady. Un abrazoi y sigue enriqueciendo tu blogg

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