Reflexiones cotidianas
La
música del alma
Prócoro
Hernández Oropeza
Todos
nos sentimos fascinados con algún tipo de música.
La música es como un alimento para el alma, pero hay de música a música. Hay música que fertiliza la esencia del alma
y otro tipo de música que la mantiene en la prisión de la ilusión o del
sufrimiento o también de los egos.
La música que fertiliza la
esencia del alma es como el agua que alimenta y fortalece un bello rosal,
entonces brotarán de esta alma preciosas flores que se expresarán de distintas
maneras.
La música del alma es muy
confidencial pues brota del mismo plano espiritual. Esa música es inspirada por
el aliento de Dios o por los ritmos del universo, que es aliento de Dios y no
todos pueden captarla y transmitirla. Sólo lo hacen aquellos que logran
conectarse con esas sinfonías del universo o con la música de las esferas, como
un Beethoven, Mozart, Chopin, entre otros. Grandes genios de la música que se
ha inmortalizado precisamente porque lograron conectarse con su divinidad
interna y la supieron transmitir. Aún así, en su época fueron incomprendidos o
pensaban que no existían los instrumentos adecuados para transmitir lo que
ellos captaban con el corazón o con su intuición.
La música secreta del alma es la que hace
vibrar nuestro corazón en sintonía con el Amor Divino. Todo lo que inspira
dentro de nosotros el agradecimiento, la alegría, la compasión, la unión con
los demás, el sentirnos unidos con la divinidad, cuando nos volvemos un alma,
una vida con el universo, cuando no hay más intereses separatistas, egoístas,
que nos mantienen en el mundo de la desarmonía.
La música del alma nos redime y
nos conecta con lo divino. Es lo que viene de arriba y comienza a vibrar dentro
de nosotros. Es esa música devocional, cuya inspiración, letra o mantras sagrados
mantras nos llevan, nos transportan a la consciencia correcta que está en
armonía con la voluntad de Dios o del universo. Nos dan aliento, nos dan fuerzas,
nos permiten estar en sintonía con la voluntad del Padre/Madre, de la
naturaleza, de las estrellas, de todo lo que nos rodea.
En Oriente, el sagrado ‘Om’ es el
sonido creador que proviene directamente de Dios. También es el sonido de la
caracola del Señor Supremo cuando da inicio a esta creación. Más allá de Om’
está la flauta de Krishna, en la que Él toca la quinta nota para despertar a
las almas e invitarlas a Su gran amor trascendental. Todos los seres somos Sus
hijos e hijas, y nos invita por Su grande e inmensa misericordia para ir a
Vrindavan, a la tierra del amor. Es el canto de los ángeles y querubines que
nos llenan de alegría, misericordia y amor.
Todos los sonidos cósmicos, todo
lo que existe en este mundo, vienen del sonido original. Pero el sonido de los
chismes y el de las conversaciones mundanas no nos une con la divinidad o con
nuestra genética divina, Esa música del sufrimiento, la música mundana que
proviene de los egos, sólo nos mantiene en la cárcel de la desarmonía y el
amor. Alimentan nuestros egos y nos encadena más al sufrimiento y al dolor.
Cada vez que nos entonamos con una canción, por ejemplo de Paquita la del
Barrio o Vicente Fernández, nos identificamos con esa mentalidad egoísta y nos
lleva a la desarmonía, al sufrimiento y al dolor. Y aunque aparentemente nos
sentimos felices cuando escuchamos ese tipo de música, en realidad los que se
alegran son los egos del desamor, de la ira, el orgullo, la vanidad o la
lujuria. Todo ello nos aleja de nuestra divinidad, del amor y la armonía.
En el mundo de los sonidos
perversos también se habla de amor, también se habla de muchas cosas que llaman
la atención, pero nunca pueden satisfacer nuestra alma, porque son intentos de
ser feliz sin Dios, de sustituir a Dios con algún tipo de objeto sexual donde
el amor se vuelve lujuria, solamente interesado en una satisfacción material
temporal. Así es mis estimados lectores, paz profunda.
Comentarios