Enamorarte
Prócoro Hernández Oropeza
Cuántas veces hemos oído hablar de la palabra enamorarse. Enamorarse significa estar en amor permanente, no sólo de la pareja, sino de todo lo que te rodea. Enamorarse del paisaje que circunda tu ciudad, de las montañas y su apacible silencio, del cielo que cada día nos muestra distintas pinturas y colores, del sol que también nos brinda su luz con intensidades varias. Enamorarse de esos atardeceres sin parangón, del eterno mar y su continuo movimiento circular, de nuestra ciudad, sus gentes y sus árboles.
Cuando te detienes a admirar ese gran colorido de las Primaveras, árboles con sus ramos de flores, te enamoras, lo mismo cuando escuchas el trinar de un ave o recorrer el río Pitillal por las tardes o en la noche o te sientas en la arena a observar cómo se desliza el día sobre las olas; todo eso pertenece al amor, significa que estás abierto a disfrutar todo lo que te rodea.
Cuando vives en el amor todo te parece hermoso, te sientes en comunión con todo, pese a que algunas cosas no funciones o no se ajusten a tus circunstancias o deseos. Esta vida es de encuentros y desencuentros y eso es lo que le da sentido a la vida. De lo contrario todo sería aburrido o plano. Sin conocer el otro polo de la dualidad no tendríamos elementos para comparar y discriminar entre lo bello y lo no bello o desarmónico. Pero el reto está en observar los dos polos sin identificarnos y alegrarnos, inclusive por aquellas circunstancias desagradables. Por algo nos llegaron o se nos presentaron, tal vez para aprender una lección, para captar una señal o para rectificar el rumbo.
Este tipo de enamoramiento está ligado con el verdadero amor, con el arte de amar. No es un amor ciego. Cuando amas a alguien puedes ver sus defectos y los aceptas, puedes ver sus fallas y quieres ayudar a superarlas. Entonces trasciendes esa palabra enamorado por el de amar. Si nos atenemos al contenido, enamoramiento, significa que en Amor Miento. Y lo es porque cuando llegamos a ese primer nivel del amor, vivimos una ilusión. Dices que amas alguien, pero en cuanto le ves el primer defecto te olvidas de ellas, te desconectas. Y eso se da porque en ese primer del amor aceptamos todo de la otra persona y llegamos a creer que es lo máximo.
Eso mismo sucede cuando dices que amas a tu ciudad, pero al primer defecto te la pasas quejando. Dices que el malecón nuevo quedó maravilloso, pero apenas le ves un defecto y caes en la crítica y el enojo. Cuando estás en amor disfrutas todo, momento a momento y si hay situaciones que te desagradan, las evitas o las dices, sin enojo, sin juicio.
Amar es poner en una balanza lo bueno y lo malo. El amor es una decisión consciente. El amor verdadero está basado en la realidad, no en un sueño de que encontraste a tu  príncipe azul o a tu princesa encantada. Encontraste a una persona maravillosa, de acuerdo, pero no es perfecta ni tú tampoco, ni tu ciudad, ni el mundo lo es. Falta mucho para vivir en el paraíso, lo cual no significa que no se haga realidad algún día. Por eso los maestros dicen: “Vive como si ya vivieras en el paraíso” ¿Cómo crees que es el paraíso? ¿Qué te han contado las religiones de ese Edén? Pues imagínalo y créalo desde ahora. Todo inicia por la mente y si vives en amor permanente, estás viviendo el paraíso ya.
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