Reflexiones cotidianas
El poder creador de la palabra
Prócoro Hernández Oropeza
Cuando llega a ocurrir una situación de peligro,
como un temblor por ejemplo, hasta los más ateos voltean la mirada hacia el
cielo, buscando respuestas o protección de algo o de alguien. Algunos llegan a
recurrir a una oración o a una simple súplica de compasión o de gracia para no
ser víctimas de de ese evento.
En todos los tiempos, el hombre ha buscado ayuda y
protección a alguien superior a sus fuerzas, mediante el canto del mantra o la
oración. La única diferencia entre el mantra y la oración es el origen, pero el
objetivo es el mismo: solicitar protección, compasión, amor o gracia a un ser
divinal. Tal vez la única diferencia es que el mantra se repite constantemente a manera de rezo, de un rosario por ejemplo.
Por eso se dice que los mantras son palabras generalmente en sánscrito, que se
recitan en voz alta o bien de manera interna, de forma rítmica y repetitiva
como objeto de meditación.
Con esto se entiende que el poder de la palabra es
infinito y lo es más aún el realizar decretos con nuestras palabras; al hacer
esto estamos entrando en un espacio de comunión con nuestro Ser espiritual. Las
palabras que salen de nuestro interior siempre tienen mucho poder de hecho
llegan a ser casi mágicas, puesto que podemos lograr cosas que en ocasiones ni
siquiera pensaríamos. Nuestra palabra es fuente de creación, cada palabra que
sale de nuestra boca afecta el universo. Y es que la palabra es una energía
vibracional, todos nosotros somos energía y todo tipo de energía nos afecta.
Mantra o mantram significa: «palabra de poder». Dicen
los maestros que el sonido produce
efectos visibles y tangibles para todo el mundo. Una bala de cañón, por
ejemplo, -con su sonido- hace romper los vidrios de toda una manzana de casas.
Una palabra suave apacigua la Ira, una palabra irónica provoca muchos
sentimientos en el que la escucha. Así el sonido, es la causa causorum de todo
lo creado.
Mantra es sonido, vibración. Todo en el universo
vibra y Tú vibras. Los sabios que conocieron el principio del sonido crearon
los mantras de interiorización, porque conocían el poder que yace detrás de la
palabra. Con justa razón dijo Juan: «En el principio era el verbo y el verbo
estaba con Dios y el verbo era Dios, por él todas las cosas fueron hechas y sin
él nada de lo que es hecho hubiera sido hecho». (S.J. Cap. I Vers. 1, 2, 3). Es
conveniente saber que los «mantrams» son palabras de poder. Las
vibraciones de las palabras, de esas letras, de esas múltiples combinaciones de
sonidos, despiertan los poderes latentes en el ser humano.
Un solo decreto que nosotros digamos a diario o que
mantengamos como parte de nuestro diario vivir podría llegar a darnos todo
aquello que nosotros necesitamos tal vez para sentirnos mejor, obtener la
salud, paz, tranquilidad; muchas de estas veces pueden proporcionarnos también
prosperidad y la llegada de bienes que el solo hecho de seguir los pasos
básicos de la vida como son el trabajar y ganar dinero para obtenerlos nos
haría perder mucho tiempo desearlos con más ahínco, sin embargo, con los
decretos es fácil atraerlos o los podremos obtener en el menor tiempo posible.
Muchas familias, a la hora que se sientan a la mesa
y antes de llevar el primer bocado dan gracias al gran Padre/Madre y piden que
bendiga sus alimentos y sea además pródigo con quien les rodea o para todos sus
hermanos en el planeta. Y es que el mantra, la simple palabra pude ser el vehículo
que nos conduce hacia nuestra esencia. Por ejemplo el “Buenos días” que muchos
hemos dejado de decir cuando encontramos o saludamos a alguien, es un mantra
poderoso que está deseando lo mejor para las personas. Buen día, buenas tardes,
Dios te bendiga, Sat Nam (Mi identidad es sagrada, en sánscrito); Námaste es
símbolo de reverencia o adoración a usted, que se expresa en la India son
palabras poderosas. Así que cuando hable piense en lo que va a expresar, porque
con ellas está creando su realidad.
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