Reflexiones cotidianas
Versos para despertar
Prócoro Hernández Oropeza
Dicen los maestros que como es arriba es abajo. Eso significa que lo mismo  que existe en el cielo, o lo que consideramos el paraíso, el edén, el absoluto o Dios, es abajo, o así debería ser. Pero como hemos tomado el agua del olvido, nos desconectamos de esos paraísos y pensamos que somos seres distintos, desamparados, víctimas de nuestro destino. Algo así como en otros tiempos pensaron los griegos que toda la vida y los seres vivientes en la tierra eran movidos por los hilos caprichosos de los dioses.
Somos hijos de Dios y como tales deberíamos ser cómo creemos es él, con poderes, gloria, honor, compasión, amor y sabiduría. Y sin duda lo somos, pero nos desconectamos de esa grandeza divina en uno de nuestros enésimos recorridos por la rueda del Samsara, de tal forma que hemos  perdido conciencia de ello.
La poesía, los poetas, a través de sus metáforas nos hacen recordar esos linajes olvidados y nuestra alma lo percibe en cierta medida. En algunos con mayor fuerza que en otros, dependiendo de su nivel de conciencia. Quien no podría descubrir el otro mensaje, el simbólico del que nos habla el poeta Efraín Bartolomé en esta sinfonía de versos,  descritos en su poema “Ell cielo y la tierra”:
Tú eres la Tierra y yo soy el Cielo
Y mi amor se derrama sobre ti como la lluvia
o como una cascada que cae del sol
rompiendo entre nubes como entre peñascos
y entre los colores del arco iris y entre las alas de los ángeles
como entre las ramas espesas de una vegetación inverosímil

Tú eres la Tierra y yo soy el Cielo

¿No lo escuchas?
Obvio no todos lo pueden escuchar, pero en el fondo nos describen, a través de los personajes de esos versos, esa infinita relación entre el cielo y la tierra, entre el ying y yang. Reconocer que al venir a vivir experiencias humanas se nos proporciona el libre albedrío para vivir la vida como mejor nos plazca o como creemos es lo más adecuado. Pero como nos han dado el agua del olvido, creemos que nosotros no somos los creadores de todo lo que nos rodea, incluyendo nuestra pareja, posesiones, el país y su gente.  Sin embargo, esta es nuestra realidad y no aceptamos la responsabilidad de estas creaciones, sean positivas o negativas y seguimos echando la culpa a dios por nuestras dificultades o angustias.
Por eso describo a través del siguiente poema estas realidades.

Cómo es la vida
Los años se resbalan por nuestra piel
Dejan callos y surcos con sonrisas o muecas de hastío
Unos se van con prisa, otros como que quisieran quedarse para siempre
Al final sólo rastros que se esfuman con el tiempo
Algunos fueron mejores, otros un desastre
Así es la vida, todo dependerá con la vara que se mida.
Unos la miden por los besos sostenidos, o los abrazos sin gestos
Otros por la anchura de la risa o por deseos incumplidos
Hay quienes la miden por los pasos que hay de su sombra a su féretro
Al fin todos llegaremos un día a ese punto sin regreso
¿Sin retorno?
Cuando sabes que eres eterno ya no importa el tiempo
Ni la distancia que hay de mis pasos a tu sombra
ni los aeones que nos faltan para llegar al paraíso
Ni los besos que no te he dado
Sólo importa saber cómo volveremos
Con qué cara, con qué cuerpo, que tan despierto
O seguimos dormidos para repetir nuestros ancestrales guiones
En el fondo sabes que esto que vives es un sueño
Pero no lo creemos, somos buenos actores
Con múltiples roles, dramas, misterios
¿Sabes?
Somos la música de dios o los estornudos del averno.

Comentarios

Entradas populares de este blog

De mil que me buscan

Los tres alimentos

El arquetipo del gato