A qué karma nos enfrentamos




Prócoro Hernández Oropeza

Como seres humanos venimos a vivir experiencias, unas placenteras, otras de sufrimiento; la mayoría son de sufrimiento. Viene una pandemia como la que se enfrenta ahora y la gente se asusta, entra en pánico, desesperación, angustia, cae en las redes del sufrimiento. Cada experiencia en cierta medida tiene relación con las 48 leyes universales que rigen al hombre en este planeta y en esta tercera dimensión dimensión. Una de ellas es que a cada acción le corresponde una reacción, ley del karma. Por nuestras acciones del pasado, en esta o en otra vida hoy estamos viviendo sus consecuencias, podríamos decir, karmáticas. Unas son bonitas, de placer y gozo y otras de sufrimiento; unas son personales, otras familiares, grupales, nacionales o mundiales. Ahora enfrentamos un karma mundial por que ese virus llamado Coronavirus se ha extendido por casi todo el planeta.

La pregunta es: ¿cómo enfrentar las experiencias negativas o dolorosas? Los maestros sostienen que debemos permanecer en nuestro centro, observar y comprender desde el Ser qué está sucediendo y porqué está ocurriendo, no identificarnos con esos eventos oscuros. Eso significa enfrentarlos con valor, sin miedo, sin angustia, sin sufrimiento. Al fin y al cabo, son pruebas que debemos trascender, pero las podemos enfrentar desde dos niveles: uno desde el miedo y sufrimiento o desde la comprensión, la intuición, la sabiduría que nos brinda nuestra real naturaleza, nuestro Ser.

Esta pandemia, sin duda es parte de un karma mundial donde todos estamos expuestos; unos con mayor riesgo que otros, dependiendo de su historial karmático. ¿Qué es un historial karmático? Significa comprender que, de acuerdo a nuestras acciones del pasado, en esta o en otra vida, es como vamos a enfrentar el reto, unos con miedo y otros con sabiduría, sin dolor, sin pánico. Algunos se van a enfermar y otros a morir. Son pocos los que lo hacen desde este asegundo nivel, el de la sabiduría, debido a nuestra ignorancia de esas leyes universales. Los primeros entran en pánico, van a los supermercados y se abastecen de tantos bienes como si el mundo se fuera a acabar. Adquieren productos que no les servirá de mucho si llegan a contagiarse. Caso curioso es la compra excesiva de papel sanitario, a grado tal que se pelean por en ese producto. Los psicólogos posiblemente tengan una explicación de este fenómeno.

Los que enfrentan estos retos desde la sabiduría, el amor, sin identificarse con el miedo a la muerte, a la escasez, al pánico, se mantendrán en paz interior orando, meditando, enviando su amor y compasión a los demás. Tomarán las precauciones necesarias, harán compras mesuradas y tratarán de ser compasivos con sus demás semejantes, sin criticarlos, sin cuestionarlos, sólo observando. Y si acaso llegara a enfermar o morir, lo aceptaría sin resentimiento, ni miedo, sabiendo que su destino ha concluido en este cuerpo y en este planeta. También sabe que su Ser, su real naturaleza no muere, es eterna, sólo se despoja de su cuerpo físico y su viaje continuará en otra vida, otro cuerpo. Los monjes tibetanos, cuando les ocurre un evento negativo, puede ser una drástica caída, un robo o una enfermedad, se alegran porque con eso están pagando un karma. Así que debemos pensar, como humanidad, ¿qué karma estamos pagando? Aquí no importa si el virus fue sembrado por un gobierno o un loco, si detrás de esa pandemia existen fuerzas oscuras que quieren desestabilizar la economía mundial, reducir la población; eso no importa. Lo interesante es saber qué podemos aprender de este evento. Eso no significa justificar el sufrimiento. El sufrimiento depende de nosotros, si los eventos los enfrentamos con sufrimiento o con amor, felicidad y sabiduría.




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