El viaje del alma



Prócoro Hernández Oropeza
Muchos piensan que venimos a este planeta a vivir una sola vida y una vez que se cumple el ciclo sólo quedaron nuestras huellas en los recuerdos de la familia, los amigos, los compañeros. Piensan que somos este cuerpo y la personalidad que hemos fabricado a lo largo de nuestra vida. Esa personalidad está revestida con múltiples significados y máscaras. Cada máscara define nuestros roles como padre, hijo, amigo, compañero, empleado o empresario.
En las tradiciones antiguas se sabía que el alma ha viajado durante muchas vidas, no sólo por este planeta, tal vez ha vivido en otros planetas con vida, en otros universos, en otras dimensiones. ¿Cuáles son los propósitos de esos viajes? Es una pregunta interesante a la que debemos encontrar una respuesta para definir nuestro rumbo, nuestra vida en este viaje y en los que vendrán a futuro.
En la tradición hindú se dice que el alma transmigra de un cuerpo a otro y cuando alguien muere, el alma abandona el cuerpo físico inerte. El espíritu no nace ni muere; Cuerpo, alma y espíritu no son lo mismo y la Ley del karma determinará de acuerdo a nuestra conducta, si después de la muerte merecemos unas vacaciones en los mundos superiores, si retornamos de forma mediata o inmediata o si ingresamos en las infra-dimensiones de la naturaleza.
El señor Buda tiene en su collar 108 cuentas; de acuerdo a la filosofía hindú, esas cuentas representan a las 108 existencias o cuerpos físicos que se nos asignan una vez que hemos logrado por ley de evolución el estado humano, pero si no logramos el despertar de nuestra conciencia o la maestría en el trabajo espiritual, entonces la ley de la involución atrapa a nuestra esencia embotellada en el error y la arrastra por estados involutivos.
Cada vez que retornamos en un nuevo cuerpo físico es con el fin de lograr el desarrollo espiritual mediante oportunidades que la gran Ley nos brinda. Siempre habrá momentos en nuestra vida en los cuales se nos requiera ayuda personal o material para nuestros seres queridos, amigos o conocidos y que estaremos en posibilidad de ayudar poniendo a prueba nuestro desinterés y amor a nuestros semejantes; pero si no hacemos el bien pudiéndolo hacer, caemos en el egoísmo y esto nos estanca irremediablemente en nuestro avance espiritual.
Para los hindúes el cuerpo físico es algo transitorio y efímero, al morir viene una separación del cuerpo, alma y espíritu, en donde el cuerpo material se desintegra de alguna manera, mientras tanto el alma busca su liberación y el espíritu quedará en las dimensiones superiores, donde moran los dioses. Luego de un descanso se nos asigna un nuevo cuerpo y retornamos, de acuerdo a las leyes universales; una de ellas es el eterno retorno y recurrencia. Es decir, retornamos, pero inconscientes, dormidos, de tal forma que no recordamos nuestras vidas pasadas. La recurrencia se refiere a que nacemos entre personas con las que hemos vivido en la otra vida, pero ahora asumiendo roles diferentes. Recurrencia también significa que volveremos a vivir los mismos dramas o guiones de nuestra vida pasada. Si en esa vida fuimos rencorosos, lujuriosos, borrachos, mentirosos, en esta vida volveremos a experimentar y a vivir esos mismos guiones y hasta amplificados. Si por el contrario fuimos decentes, compasivos, amorosos, virtuosos, viviremos esos papeles y rodeados de personas de igual calibre o dimensión.
Otra ley que se complementa con la anterior es la de Causa y Efecto u Acción y Reacción. Esto significa que los acontecimientos o vivencias que ahora experimento son consecuencias de mis acciones pasadas. Si me asaltan o golpean, significa que esa persona o personas que ahora me agreden, en el pasado yo las agredí o les robé. No he llegado a ser mexicano o a vivir en esta ciudad por el azar o el destino, sino por lo que hice en el pasado y ahora me rodeo con personas con las que conviví en vidas pasadas.
Todo el mal que hagamos tenemos que pagarlo y todo el bien que hacemos nos será recompensado. Dios nos dio libre albedrío y podemos hacer lo que queramos, pero todos nuestros actos tienen su consecuencia, si es un acto bueno pues una consecuencia positiva, si es un acto malo, pues consecuencia negativa. El Premio, ganancia o recompensa por las buenas obras y por las buenas acciones que hacemos con nuestros semejantes y con nosotros mismos, se le llama buen karma o Dharma. EL karma es una ley de compensación y no de venganza.
Según esta Ley, no existe la casualidad, sino la causalidad. O sea, las causas de un hecho o pensamiento. Nada sucede por que sí. El que se conozca poco o nada de esta Ley espiritual, origina que giremos en círculo durante mucho tiempo, pues al desconocer las causas o el funcionamiento, no sabemos cómo actuar y permanecemos mucho tiempo perdidos en “a vida rutinaria y monótona”, a esto se le llama la rueda del Samsara.


El viaje del alma, Rueda Samsara II

El viaje del alma está sometida a la Ley del Karma, a la rueda del Samsara. ¿Qué es la rueda del Samsara? El Samsara es este mundo lleno de dolor y tristeza tal como lo conocemos. Todos los seres de este mundo están sujetos a la ley del karma. karma es un vocablo de origen sánscrito que se traduce al español como “acción” o “hecho”. Desde la perspectiva del budismo y el hinduismo, el karma constituye la energía que se desprende de cada una de las acciones del individuo y que condiciona a cada una de sus reencarnaciones hasta lograr la perfección. En el budismo tradicional, estas consecuencias pueden ocurrir en esta vida o en una vida futura.
Se dice que el karma es el espíritu de la justicia. Esta palabra tiene diferentes lecturas según su doctrina, aunque todas la entienden como un factor que causa un equilibrio, por ejemplo, si alguien realiza un mal acto, el karma se lo devolverá a él en la misma medida. En las tradiciones antiguas se sabía que el alma, luego de que ha muerto su portador, es llevada al tribunal de la justicia cósmica; ahí se pesan sus acciones en la Ley de la Balanza y dependiendo de sus acciones, positivas o negativas, se le asignará un nuevo cuerpo y retornará a experimentar nueva vida.
En la rueda del Samsara hay dos personajes míticos, por el lado derecho asciende Anubis evolucionante; por el izquierdo desciende Tiphón involucionante. Si nuestras acciones son constructivas, virtuosas ascenderemos con la ayuda de Anubis. De lo contrario involucionamos y seremos llevados a los mundos infiernos por Thiphón involucionante. Oleadas de vida descienden involucionando de acuerdo con la Ley de la Caída, reviviendo procesos animales, vegetales y minerales, hacia el centro de gravedad terrestre, para reascender evolutivamente más tarde.

Tres mil veces gira la Rueda del Samsara. Comprender esto, captar su honda significación es indispensable e inaplazable si es que realmente anhelamos la Liberación Final. De acuerdo a la Ley del KARMA todo lo bueno o malo que hemos hecho en una vida, nos traerá consecuencias buenas o malas para ésta o próximas existencias. La Ley del Karma gobierna todo lo creado, y es una ley inmodificable. Todo el mal que hagamos tenemos que pagarlo y todo el bien que hacemos nos será recompensado. Dios nos dio libre albedrío y podemos hacer lo que queramos, pero todos nuestros actos tienen su consecuencia, si es un acto bueno pues una consecuencia positiva, si es un acto malo, pues consecuencia negativa. El Premio, ganancia o recompensa por las buenas obras y por las buenas acciones que hacemos con nuestros semejantes y con nosotros mismos, se le llama buen karma o Dharma. EL karma es una ley de compensación y no de venganza.

Según esta Ley, no existe la casualidad, sino la causalidad. O sea, las causas de un hecho o pensamiento. Nada sucede por que sí. El que se conozca poco o nada de esta Ley espiritual, origina que giremos en círculo durante mucho tiempo, pues al desconocer las causas o el funcionamiento, no sabemos cómo actuar y permanecemos mucho tiempo perdidos en “la vida rutinaria y monótona".
Normalmente Samsara se considera el opuesto de Nirvana. Es el estado de no-iluminación en el cual vivimos. La segunda parte de la palabra “sara” significa “ir”, “seguir” o “mover” y el prefijo “Sam", lo que implica algo que es “lo mismo”, “junto a”, “conjunto” o “totalidad”. Esto tiene referencia a que Samsara se considera una ronda interminable de trasmigración, de nacer, morir y volver a nacer. También se califica como un estado de “auto-engaño” o ignorancia de la realidad de las cosas. Según el budismo el Samsara no tiene ni principio ni fin. Estamos atrapados en él hasta que ganemos la Iluminación. Sin embargo, algunas escuelas del budismo dicen que cuando ganemos la Iluminación entenderemos que el Samsara y el Nirvana son todo lo mismo.
Todas las acciones malas que hemos hechos debemos de pagarlas, o bien con dramas extremadamente grandes que recompensen el karma, y que demuestre que aprendimos la lección, o a través de las reencarnaciones sucesivas. Porque ni la muerte es el final, ni el nacimiento es el principio. A esto se le llama Ley del Eterno Retorno y Recurrencia.

Comentarios

Entradas populares de este blog

De mil que me buscan

Los tres alimentos

El arquetipo del gato